¿Quieres saber cómo hacemos para conseguir unos tomates de calidad superior como los que te ofrecemos desde Tomates Roiz? Desde el plantel del tomate hasta su recolección hecha a mano, cuidamos de nuestros tomates con todo el mimo para obtener un fruto jugoso, carnoso, con un sabor y un aroma de los de antes.
Bienvenid@ a la historia de la nueva cosecha de Tomates Roiz.
El plantel de tomate
El día 24 de marzo llegaron las plantas al invernadero, bien enraizadas y listas para su trasplante. Dos mil plantas injertadas, que al tener una doble guía se traducen en cuatro mil plantas.
Al día siguiente, bien regadas, ya estábamos procediendo a su plantación. Siempre en un mismo día, porque una única noche provoca diferencias en el crecimiento de unas plantas y otras al comienzo.
Al tratarse de plantas injertadas, una de las dos guías suele tener mayor tamaño y vigor, es por eso que a la hora de plantarla colocamos la guía más débil en la orientación sur, porque siempre recibe más luz. En unas semanas las dos guías se igualan.
El uso de porta-injertos es una práctica muy común en los frutales, pero desde hace unas décadas su uso se viene extendiendo en cultivos hortícolas, principalmente en el tomate bajo invernadero.
Las plantas injertadas tienen una mayor capacidad de absorción de nutrientes y agua, se incrementan los rendimientos, se da un mejor aprovechamiento de los fertilizantes y se previenen los problemas fitosanitarios, además de ser una técnica natural que no contamina el ambiente.
El entutorado del tomate
Según el tiempo atmosférico, la planta tarda más días o menos en enraizar. Esto se sabe al tratar de levantar el tomate del suelo y sentir que está sujeto a él. Suelen ser dos o tres días. Una vez que están enraizados es cuando se atan, no antes porque la tensión de la cuerda puede levantarlos y dejar las raíces al aire.
Esos días previos aprovechamos para soltar todas las cuerdas de rafia que vamos a necesitar, unas cuatro mil, una por cada guía. Las cuerdas cuelgan a unos dos metros de altura de la base del tomate.
Después, y siempre que hayan enraizado, se ponen los clips de fijación, que están diseñados para guiar la planta durante su desarrollo, proporcionando un buen entutorado del cultivo, evitando que dicha planta se pueda desviar en su fase de crecimiento.
El primer clip se pone en la base de la planta, uniendo las dos cuerdas que servirán de tutor a cada guía. A partir de ahí, cada guía va atada de forma independiente.
Tradicionalmente en las huertas se usaban, y en muchas se sigue haciendo, tiras de cualquier tipo de tela que sujetaban el tallo del tomate a un palo o vara para mantener derecha la planta.
El clip no aprisiona al tallo en su crecimiento, evitando heridas que pueden derivar en hongos y otras enfermedades para la planta. Tienen un diámetro de alrededor de 22 milímetros, formado por un clip para su cierre y una pinza para la sujeción de la rafia.
Además de ser más efectivo, los clips son también más fáciles y cómodos de usar.
La floración del tomate
Tras unos días de mucho frío en los que las plantas detuvieron su desarrollo, el aumento de las temperaturas ha provocado el comienzo de la floración.
Al observar las plantas vemos el tallo, las hojas, los racimos de flores, entre otras muchas cosas. Todo ello parece ser fruto de un crecimiento anárquico, pero la verdad es que todo sigue un patrón.
Una vez que la planta ha enraizado se acelera su desarrollo, hasta que de pronto aparece el primer racimo de flores, normalmente entre la 5ª y la 7ª hoja. Esto es variable, y depende de las condiciones climáticas y del cultivo en sí.
Este primer racimo es el más difícil, el que presenta siempre más anomalías, y es posible que el cuajado tarde más en llegar. Sin embargo, a partir del primer racimo el patrón cambia y se torna regular, apareciendo un racimo floral cada tres hojas.
Otra curiosidad es que la aparición de los racimos y su grado de desarrollo es escalonado. Las primeras flores pueden estar totalmente abiertas, mientras que las últimas todavía están cerradas y no parece que se vayan a abrir.
De esta forma, si llegan días fríos o hay ausencia de polinizadores, solo se pierden una o dos flores del racimo. Así las siguientes pueden tener mayor suerte y al final la mayoría del racimo acaba cuajando.
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