Bienvenid@ a la continuación de la historia de la IX cosecha de Tomates Roiz. Si aún no has leído la primera parte, entra aquí: Cómo cultivamos nuestros tomates (parte 1)
Polinización con abejorros
La flor del tomate es hermafrodita, por lo que solo necesita la intervención de insectos o del viento para que sea más fácil la polinización y se produzca la fecundación del fruto. Los estambres (órgano masculino) tienen el polen necesario para fecundar al pistilo (órgano femenino) que está en el interior de la flor.
En el cultivo en invernadero se utiliza el abejorro de tierra o bombus terrestris. Estos polinizan por zumbido, es decir, el abejorro agarra los estambres de la flor con las patas y la mandíbula y hace vibrar sus músculos de vuelo para que el polen sea liberado.
Su trabajo se traduce en sabor y producción.
La polinización con abejorros aumenta el rendimiento de la producción y la calidad de los frutos.
Cuando el abejorro poliniza produce una mejor formación del fruto, más desarrollo de semillas, menos deformidades y una simetría perfecta visible al partir el tomate en dos.
Además, el uso de abejorros dentro del invernadero de tomate es un indicador de calidad y seguridad alimentaria del fruto, ya que son organismos vivos que no pueden verse afectados por el uso de tratamientos que los perjudiquen.
Poda de retoños
Es muy popular el término ‘capar’ los tomates, que no es otra cosa que quitar los brotes que salen encima de la hoja. A lo largo de todo el desarrollo de la planta, entre las hojas y el tallo crecen brotes axiales que si no se quitan se desarrollan con nuevas hojas y más brotes.
Es importante quitarlos desde pequeños, para que los nutrientes se dirijan al fruto y engorde más. Una correcta poda de las tomateras hace que estas se centren en la floración, engorde y maduración del fruto en vez de malgastar las energías creciendo vegetativamente.
Hay que eliminar los chupones, que son los brotes que emergen en las axilas y que si los dejamos crecer se convertirán en ramas, quitan energía y nutrientes a la planta para no producir nada.
Por otro lado, esto ayuda a airear la planta para evitar enfermedades fúngicas debidas a la humedad acumulada y las altas temperaturas.
Para eliminar el chupón, es suficiente con agarrarlo por la base y doblarlo hacia atrás y hacia delante hasta que se quiebre de forma limpia. Lo ideal es hacerlo cuando el brote es joven y flexible, porque la secuela se curará rápidamente.
Si el chupón es grande es mejor cortarlo con una tijera, para evitar rasgaduras y heridas profundas en la planta que puedan tardar en curar.
En cualquier caso, no se debe hacer si la planta está mojada, o si la humedad en el ambiente es elevada. Es muy importante que el corte o herida se seque y cure lo antes posible, algo que favorece el tiempo seco y aireado.
La humedad puede fomentar la aparición de enfermedades y también hace que las lesiones dejadas por la poda se sequen más lentamente, lo que vuelve a la planta más vulnerable.
Pronto te contaremos cómo evoluciona nuestra IX cosecha hasta la recogida de los jugosos frutos procedentes de nuestras plantas.